Cuando Dalí visitó México en el siglo XX, este no dudó en afirmar que México no le había gustado, que no le había gustado precisamente por ser demasiado surrealista, tan surrealista que podía hacer que su obra pareciera ordinaria. ¿Qué diría ahora Dalí sobre nuestro país? Y es que hoy, creo, México resulta más surrealista que nunca, pero creo, que el surrealismo que hoy se vive, tiene una esencia muy distinta a la del México que Dalí conoció. Podría atreverme a decir que el surrealismo del siglo XX mexicano era más poético, más mitológico, más entrañable, aunque quizá solo me esté dejando llevar por el afán de la nostalgia; pero sí, sí lo creo, creo que era un surrealismo afín a las obras de Rulfo o el mismo Carlos Fuentes; hoy (sin negar que México aún tiene algo del surrealismo bohemio) México vive otro tipo de surrealismo, un surrealismo sumamente violento, crítico, caótico… trágico, un surrealismo que precisamente, impide que salga la parte más artística de los mexicanos. Hoy (aunque ya parezca cliché) México tiene más de la literatura distópica que del realismo mágico.
Hoy mientras las corcholatas esperan ser abiertas por el autoritario destapador, en México sucede todo, tanto que ya nada parece noticia, que ya cualquier acto de violencia, corrupción o delincuencia será olvidado la próxima semana; y no, no precisamente por una cortina de humo, simplemente por la temporalidad, porque llegarán otras noticias que acapararán nuestras pantallas, nuestras redes sociales, incluso, ya ni son objeto de nuestras conversaciones de bar o cantina, porque, justa y naturalmente, ya no queremos saber más.
Hoy los mexicanos, por ejemplo, hemos olvidado a las víctimas fallecidas en un centro del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez; en muchos países esta seguiría siendo la noticia y la razón de indignación; nosotros los mexicanos ya tenemos cien cosas más recientes dignas de indignación. De hecho, dos de los grandes responsables de dicha tragedia, hoy solamente piensan en cómo convencer al presidente de que son ellos los que merecen la candidatura a la presidencia de la República.
En esta como en casi todas las semanas, México ha sufrido más violencia de manera depravada y sin ningún tipo de cause. Lograron matar a aquel vendedor de limones que se cansó de pagarle derecho de piso a los criminales, lo lograron matar incluso teniendo un blindaje en su camioneta nivel 5 ¿sabemos qué significa eso? Mientras tanto el gobernador de Michoacán, como quitándose cualquier culpa o responsabilidad, se limitó a afirmar que le habían ofrecido apoyo: que le había dicho que no se regresara a su pueblo, que por seguridad se mantuviera en Morelia, capital del estado. Así el gobernador evidenció que el “apoyo” que le ofreció no era el de vivir, sino el de sobrevivir.
Pasó la misma semana en la que en la Ciudad de México asaltaron una joyería, acto criminal del que solo han detenido a dos de cinco presuntos culpables, pero a pesar de ello, incluso cuando solo se había detenido a 1 de los 5, el jefe de gobierno de la Ciudad de México declaró que la policía y seguridad de la Ciudad de México habían sido ejemplares… a eso hemos caído.

Al paralelo de esos actos de violencia e inseguridad que hacen pensar que efectivamente ya no vivimos en un Estado de derecho, 5 adolescentes son detenidos en Juriquilla, Querétaro, porque al parecer esa violencia no les ha parecido suficiente; creyeron que era buena idea dispararle bolas de paintball a otras personas que solamente andaban por la calle, claro, ellos subidos en una camioneta de lujo, a la cual el 99% de los mexicanos no tienen acceso. Quizá, a sus 15 – 16 años, saben que en México no hay quien haga verdadera justicia. ¿Qué les pudo hacer pensar que agredir tan cabronamente a otras personas era buena idea?

Somos el México donde sí pasan cosas, donde pasa todo, pero no se castiga nada. Incluso, como si las cosas estuvieran bien, aquellos que buscan la candidatura a la presidencia de la República por el partido que hoy gobierna, se limitan a decir que buscarían continuidad del “proyecto de nación” ¿Cuál proyecto? ¿Cuál nación? No creo que sea viable hablar de proyectos sociales, educativos, de salud, etc. Cuando ni siquiera nuestro gobierno ha sido capaz de ejercer digna y eficazmente aquello a lo que tiene derecho cualquier Estado y gobierno: el monopolio de la violencia para vivir con seguridad. ¿De qué pinche continuidad me están hablando? ¿En dónde está la odisea de esa continuidad? ¿Por qué los mexicanos deberíamos convencernos de que su máxima propuesta es la continuidad?
Así está México, así vivimos hoy los mexicanos. No es tarde y creo que es válido gritar que necesitamos que el mundo eche una mirada sobre nosotros, México no es el de hace 23 años que gustoso sentía que la transición hacia una democracia electoral se podía comenzar a reflejar en una democracia sustantiva, en un Estado de bienestar. Hoy México duele, duele tanto que ya no se queja… y eso, incluso a pesar, de que no ha llegado otra de las grandes amenazas a los sistemas democráticos: la derecha radical.
El pesimismo me ha abordado y no sé si estemos a tiempo de enderezar el rumbo, pero sí tenemos la obligación de intentarlo, luchemos por recuperar México como si aún se pudiera.

#DemoCrazy
Isidro O’Shea