¿Hombre blanco, adulto y heterosexual hablando sobre feminismo? Si es que no hay manera de quitarnos el afán de protagonismo. Qué vergüenza. No obstante, si me lo permiten, me gustaría traer a colación algunas reflexiones, enclaves polémicos, dentro del poliédrico movimiento feminista. Principalmente, querría dejar para quien las quiera, algunas consideraciones acerca de la estrecha relación entre crítica feminista interseccional y crítica al capitalismo; y como ambas son, bajo mi punto de vista, consustanciales.
Para ir abriendo boca, un apunte importante, creo que reviste cierto infantilismo simplón encuadrar todo feminismo en un mismo molde, o lo que viene a ser lo mismo pero dicho de otra manera, identificar lideresas concretas dentro del movimiento como aglutinadoras del mismo en su conjunto; desestimando la fantástica labor de otras. Las jerarquizaciones nos permiten explicar cosas muy complejas de forma más sencilla, pero casi siempre mienten. Históricamente el feminismo ha tenido muchas caras, dirigiendo sus vindicaciones hacia derroteros diversos pero comunes. De ahí que muchas pensadoras se decanten por la nomenclatura “los feminismos”, más precisa y acertada, antes que utilizar “el feminismo” como universal. No todas las feministas son abolicionistas, aunque muchas sí y no hablamos de lo mismo si a feminismo le añadimos el adjetivo liberal o socialista. La noche y el día. El problema es que leemos poco y escuchamos menos, por eso pregonamos verdades absolutas sobre feminismo sin ni siquiera saber quien era Mary Wollstonecraft. Evidentemente, hablo aquí de feminismo en términos puramente teóricos (faltaría más), es decir, no vengo a dar lecciones sobre como ser mujer porque básicamente no tengo ni pajolera idea, pero sí manejo algo sobre autoras y corrientes de pensamiento, así que allá vamos.
Yendo al grano, creo que algunas pensadoras feministas nos ofrecen explicaciones para fenómenos que van más allá de la desigualdad entre hombres y mujeres. Esquemas mentales que facilitan la comprensión de la desigualdad a todos los niveles. Porque, guste o no guste, el cambio de modelo hacia un sistema que prepondere la justicia social sobre la acumulación amplificada de capital, será feminista o no será. Sin embargo, hay que ir con pies de plomo. El Santander no es más humano con Ana Botín que lo era con su padre. Los códigos del sector bancario siguen la misma lógica que antes, por mucho que cambien las caras o los genitales de quien los representa. El problema es la pirámide, no qué género ostenta la cúspide. Como apostilla Nega (LCdM), en la canción Gente con clase: “en el IBEX35 no faltan mujeres, faltan bombas lapa”. Explícito y certero, el feminismo liberal es una reformulación interesada por parte del capitalismo obsceno, el cual pretende absorber continuamente cualquier movimiento que se encuentre en sus márgenes para resignificarlo, con el objetivo de presentarse ante la sociedad con rostro amable. Patriarcado y capitalismo van de la mano, se ayudan mutuamente, engarzando una cadena de abusos y apropiaciones ilegitimas basadas en diezmar los derechos y oportunidades de sectores despojados. Empezando por la madre y ama de casa dedicada íntegramente a sus hijos y al cuidado del hogar, descargando así de esas obligaciones al varón, hasta el falso autónomo o la precariedad laboral rampante, pasando por las inhumanas redes mafiosas de prostitución (lo llaman “trata de blancas”, como si las de otros colores se lo merecieran, qué importante apropiarse del lenguaje). Los privilegios de clase, como los de género, apuntan hacia un problema común: normalizar la explotación continuada e ilegítima de ciertos sujetos. Pero al añadirse una capa sobre la otra, el nivel de sometimiento se multiplica. Recuperando a Maria-Mercè Marçal: “tres dons: haver nascut dona, de clase baixa i nació oprimida”. Todo esto ha sido muy bien explicado por parte del feminismo interseccional. Kimberlé Crenshaw, acuñó ese término en 1989 para evidenciar que, del mismo modo que hablar de feminismo como uno e indivisible es engañoso, tratar la categoría “mujer” como sujeto universal también. Debemos tener en cuenta las variables de clase, raza o edad si queremos realizar un análisis en lugar de una caricatura. Claro que las mujeres pudientes han sufrido vejaciones por su condición de mujer, pero la situación se agrava si añadimos a ese factor el diferencial de clase (baja, por supuesto).
Sea como fuere, creo firmemente que desde el amplio espectro feminista nos llegan las pocas reflexiones lúcidas acerca de las problemáticas contemporáneas. Además de subvertir dinámicas intangibles y tácitas que nos situaban a los varones blancos, adultos y heterosexuales en una situación de ventaja, amplían el campo categorial y facilitan la comprensión del mundo en toda su complejidad. Gracias a todas, seguiré leyéndoos y aprendiendo cuanto pueda, no dejéis de escribir.