Hay belleza en el intento de alcanzar. En apenas rozar algo sin llegar a tocarlo. En acercarse. En acercarse mucho. En acercarse mucho, muchísimo, pero no lo suficiente. En no terminar. En casi conseguirlo. En casi.
Porque en un casi queda intacto el deseo, y desear es lo que nos mantiene vivos.
Morimos cuando ya no deseamos. Cuando dejamos de pensar en que es posible. O en que lo será algún día (lo bueno de los casi es que tienen siempre la puerta abierta de par en par).
Porque lo de menos es que nuestro deseo acabe o no siendo una realidad. Lo que realmente importa, lo único que importa, es que nosotros pensemos que lo será.
Recuerdo (imposible olvidarlo) un casi muy triste, el único casi del mundo en el que el deseo ya no se atreve a entrar. En realidad es un almost, porque lo escribió y compuso el británico Elvis Costello pensando en el cantante y trompetista Chet Baker, quien lo incorporó después a su repertorio y lo hizo famoso en un memorable concierto en Tokio en 1987.
Sin embargo, a pesar de su tristeza, o quizá precisamente por ella, es terriblemente bello.
Casi.
Almost.
Almost You.
Almost Me.
Almost Blue.
Fotografía: Chet Baker y su mujer Halema, 1956. William Claxton.