Estoy sentada en el Soho Coffeeco del aeropuerto de Faro (Algarve, Portugal). Vengo de un congreso internacional sobre turismo, hospitalidad y gestión. Expliqué en la Universidad de Algarve cómo se forma la imagen del destino turístico y que peso tienen los contenidos generados por los propios usuarios (turistas, viajeros, residentes) en las motivaciones para viajar a un sitio y en la imagen. La imagen de un destino es importante, porque está relacionada con el deseo de visita y revisita de un lugar, también de recomendación de éste.
El tema de la imagen lo tengo claro, ya llevo unos años estudiándolo y divulgándolo. Si algún amigo o seguidor de una red social con el que coincides en gustos y criterios comparte una imagen de su viaje puede que te sientas atraído para conocer más de ese lugar. Pero no siempre una buena imagen condiciona que lo visites, o al menos, ya, este verano. Me llevo una buena imagen de Faro, sobretodo de su casco antiguo, su gente tranquila, sus lagunas, sus islas y mis paseos. He publicado fotos en Instagram y en Facebook, y ahora en este blog. Seguramente mis seguidores no irán a Faro este verano, pero quizás mi recuerdo compartido ancle en sus memorias y quizás algún día lo recuperen para buscar un billete de avión y un alojamiento.
Pues yo estoy en este proceso para mi viaje de verano. Es estacional. Y es estacional no porque muchos destinos turísticos sean estacionales sino porque mi vida es estacional. O viajo ya o me quedo sin viajar hasta las próximas vacaciones. Si rebusco en mi experiencia previa (una de las fuentes de información más importantes según mi investigación) volvería a casi todos los sitios donde estuve anteriormente. De la mayoría de ellos me llevé una buena impresión, de hecho, cómo las conclusiones de mi investigación y de precedentes, la imagen mejoró con la visita. Además, el hecho de conocerlos hace que establezca un vínculo afectivo emocional positivo con ellos (New York, Praga, Faro, México, Turquía, Tailandia, París, Senegal, Pirineos, La Rioja, Málaga, Bilbao, Vitoria, Galicia, Asturias, Berlín, Pori, Nápoles, Florencia, Rotterdam, Amsterdam, Bruselas, Brujas, Madrid). Pero me apetece conocer lugares nuevos ¿pero cuáles? Hay tantos y tan poco tiempo para planificar un viaje.
Voy a las OTAS (Online Travel Agencies) y no me inspiran. Todas tienen los mismos destinos, las mismas imágenes de sol y playa, o de “heritage”. Observo mi entorno y parece que todo el mundo tiene claro dónde quiere viajar la próxima vez. Yo para dentro de un mes sólo tengo claros algunos pocos parámetros: menos calor que en mi lugar de residencia, vuelo directo desde mi lugar de residencia, y un precio de billete de avión que no sea desorbitado porque se aplique un “Yield Management” por la estacionalidad de las vacaciones. Ninguna OTA me ofrece una búsqueda con estos parámetros. Hay algunos agregadores de vuelos que me han facilitado mis amigos de Twitter (@belll07) y Facebook, que te pueden dar una idea aproximada de uno de los parámetros: Skyscanner, Google Flights, Trabber, Kayak.
Al vivir en un destino turístico de primer orden, Mallorca, tengo bastantes posibilidades; tendría más si saliera de “hubs” mayores como Barcelona o Madrid, pero no me puedo quejar. Además hay vuelos directos con regiones cercanas “desconocidas” que seguro que tienen cosas interesantes por conocer. Es una locura intentar, en poco tiempo, tener una visión rápida de lo que podría hacer una semana en Toulousse, Hamburgo, Burdeos,.. Destinos próximos cuyos precios en avión no son desorbitados por volar en temporada alta y con una reserva de sólo un mes de antelación.
Aún no me he decido por el destino en función a la imagen cognitiva (qué puedo hacer en él y cómo es), en cambio tengo una imagen afectiva para Toulousse, aunque no logre recordar por qué.
Mientras escribo todo esto, pienso que si tuviera más tiempo y flexibilidad, ya habría comprado un vuelo para Cuba o Brasil, y la Lonely Planet correspondiente, y como en otras ocasiones me montaría el itinerario en las larguísimas horas del viaje intercontinental. También buscaría alojamiento sobre la marcha como en tiempos pasados, y planificaría día a día, en función del mismo conocimiento adquirido durante el viaje. Pero ya no es así, las circunstancias han cambiado, y tengo que planificar un viaje, lo mejor posible, en el mínimo tiempo posible.
Bueno, seguimos con el alojamiento. ¿Airbnb o Booking? Ahora tengo un dilema. En ambos casos las ofertas son inmensas. Busco precio-calidad, sobretodo céntrico, bien comunicado, al preferir moverme en transporte público y limpio. Llega un momento que me canso de las opiniones y las estrellitas, si, están muy bien, pero al final tienen todos ¿no?, ¿no hay forma más rápida para poder escoger entre tropecientasmil ofertas? Claro que si limitamos el precio el número de ofertas baja en picado. Da la sensación que cada vez hay más alojamientos de lujo que no para la clase media, o debe ser que estos ya están llenos. ¿Tantos ricos hay en el mundo?
Al final no sé dónde viajaré. De hecho he invertido más tiempo escribiendo este artículo que planificando el viaje. Vuelvo al inicio, es escoger dónde ir. El otro día estaba conversando con Miquel Payeras, gerente del Cluster Balears-T y me decía que hay más de 5.000 destinos turísticos compitiendo, todos ofreciendo experiencias memorables. Pues bien, ¿no sería hora que las OTAS en lugar de preguntarte en la primera página dónde quieres ir, te preguntasen qué quieres hacer? ¿Cuánto tiempo quieres invertir en desplazarte? ¿Rango de fechas entre las que quieres viajar? ¿Rango de días que quieres estar? ¿Presupuesto aproximado? Y luego te ofrecieran un destino. O quizá esto tendría que ser trabajo de un VisitEurope (una OMD -Organización de Marketing de Destino- europea que aglutinase toda la oferta de experiencias europea), por ejemplo, para dar a conocer al mundo y a los propios habitantes sus regiones periféricas y no centrarse en los destinos supraconocidos que todos tenemos en mente.
Bel Llodrà para Urban Living Lab, Julio 2015