Gus Reckel es panadero en Brooklyn. Esto no tendría nada de especial si no fuese porque hace tres años era bróker en Manhattan.
Un día, después de trabajar durante casi dos décadas en el mercado de valores, y cuando todo parecía indicar que seguiría así de por vida, este francés –que nació en Nancy y vivió en París, Zurich y Londres antes de aterrizar en Nueva York- se inventó una nueva vida, aprendió el oficio de panadero, se dejó barba y abrió una pequeña panadería en Brooklyn. De obsesionarse con la subida de los índices bursátiles, pasó a obsesionarse con la subida de la levadura.
La panadería está en Bushwick, un barrio trabajador de Brooklyn que ya ha empezado a sufrir los efectos de la gentrificación, como pasó hace años con su vecino Williamsburg. Y el local había sido una imprenta, de ahí su nombre actual: L’Imprimerie.
En l’Imprimerie vende baguettes, croissants y brioches, sirve cafés y regala sonrisas y wifi. Gus empieza su jornada de trabajo a las 4 de la mañana, los siete días de la semana. Pero no le importa, es feliz ensuciándose las manos con agua y harina y haciendo pan, buen pan. El pan forma parte de la cultura francesa, dice. En su establecimiento vende también tarros de miel. La miel la recoge él mismo de la azotea del edificio, donde tiene unas colmenas. “Producto de proximidad”, sonríe. A las 6h ya se ha formado en la calle una cola de clientes del barrio esperando a que abra.
Antes era Mr.Reckel. Ahora es Monsieur Gus.
No tiene tiempo libre, pero se siente libre todo el tiempo.
Pia Chalamanch, 2017
foto portada: Joel Wolfram