Sobre: DUNEIER, Mitchell (2018). Gueto. La invención de un lugar. La historia de una idea, Madrid, Capitán Swing.
«A diferencia de los negros, los inmigrantes blancos podían conseguir prestamos de la Administración Federal de la Vivienda (FHA), que negaba de hecho la misma oportunidad a los negros al no aprobar la financiación en barrios más antiguos caracterizados por usos mixtos y ‘grupos raciales dispares’. La FHA recomendaba contratos restrictivos en base a la raza cerca de los proyectos de vivienda con hipoteca asegurada. Después de la Segunda Guerra Mundial, promovió la ocupación abierta, pero no hizo nada para controlas las prácticas privadas mientras que no transgrediera la ley estatal. De este modo, el Gobierno federal contribuía a la guetización incluso con el New Deal reformista» (Clark, 1979, citado en Duneier, 2018: 191).
Conocí la obra de Mitchell Duneier a través de la crítica que Louic Wacquant (2002) le hace en uno de los ensayos de Merodeando las calles. La pobreza, la moral y las trampas de la etnografia urbana. Entonces no había leído nada del sociólogo norteamericano y mi predilección por Wacquant hizo que me tomara muy en serio las palabras con las que este describía su Trabajo en Los santos de Greenwich Village (2002). Fue tirando de ese hilo y, gracias a un amigo que me dio a conocer el debate generado entre uno y otro a raíz del mencionado libro, comencé a interesarme por la obra de Duneier hasta, finalmente, llegar a Gueto.
De todas las cosas que podrían decirse de este trabajo, me gustaría subrayar lo que entiendo como su destacada «vocación norteamericana», esto es, un texto escrito por un norteamericano1 para un público norteamericano, quizá con un marcado objetivo didáctico dados los tiempos que corren en aquel país. Así, hasta llegar al presente estadounidense, Duneier traza una línea histórica que va desde el origen mismo del gueto como espacio delimitado y restrictivo destinado a la población judía de la Venecia moderna hasta su extensión generalizada a otras muchas ciudades europeas que se debatían entre, por un lado, la necesidad de continuar contando con una población, la judía, que jugaba un papel fundamental en el entramado social y económico local —como artesanos o banqueros— y, por otro, mantener ciertas demandas de control y supervisión derivadas de las directrices emanadas por el papado de turno, verdadero poder espiritual y territorial de aquella Europa. De hecho, como bien señala Duneier, no es hasta bien entrado el siglo xix cuando desaparecen las restricciones normativas que mantenían a este grupo de población encerrado tras los muros, más o menos visibles, de sus barrios, de forma que su memoria estaba todavía presente cuando el nazismo instituyó el gueto como «lugar de trabajo esclavo, tortura, enfermedad y muerte» (Duneier, 2018: 44). A la diferencia entre un tipo y otro de gueto, el autor dedica no pocas palabras, «culpando», en la medida de lo posible, a los medios de comunicación y a ciertos intelectuales de la época (Wirth, 1927) del malentendido que podría suponer utilizar un mismo termino para dos fenómenos tan radicalmente distintos. Aquí residiría, quizá, una de las flaquezas del libro: la de realizar una (re)construcción histórica del gueto con base única en las opiniones y las obras de intelectuales de renombre, en su mayoría negros, dejando de lado la, escasa pero presente, memoria col·lectiva recogida que pudiera existir sobre el tema. Porque ¿acaso no es evidente que esta debería ser todavía fuerte entre una población judía europea que, en los años treinta del pasado siglo, bajo el nazismo, solo había visto transcurrir unas décadas desde la desaparición legal —que no efectiva— del gueto?
Es, de este modo, que Duneier sitúa el «salto atlántico» del término gueto a través de la obra de W. E. B. du Bois, historiador y sociólogo norteamericano, primer negro en doctorarse en Filosofía por Harvard, el cual, después de visitar el gueto de Varsovia tras la liberación de Polonia por las tropas soviéticas, señaló que este hecho no había incrementado su comprensión del problema judío en el mundo, pero sí había ocasionado «una más real y completa comprensión del problema negro» (Du Bois, 1952: 15). Otros nombres que aparecen en Gueto… son los de Gunnar Myrdal, Premio Nobel de Economía en 1974, junto con el infausto Friedich Hayel, y autor del informe An American Dilemma. The Negro Problem and the Modern Democracy, el cual elaboró su famoso estudio sin contar con los trabajos etnográficos de Horace Cayton y Saint Claire Drake, hecho que Duneier sitúa como «pecado original» de la obra2; Kenneth B. Clark y su mujer Mamie Clark, que situarían al gueto dentro de la perspectiva colonial, de forma que estos espacios se comportarían como fuente de un auténtico «ejército industrial de reserva» (Marx, 1992) para un classe blanca dirigente que trataba a su población de forma paternalista impidiendo que tomaran las riendas de su propio destino y donde las políticas urbanísticas jugaban un papel preponderante; Daniel P. Moynihan, político liberal norteamericano que situó el problema negro en la propia incapacidad de este para constituir familias estables y aceptables para los estándares de la clase media norteamericana, algo que recuerda a las aportaciones de Oscar Lewis; William Julius Wilson, profesor, a su vez, de Duneier y que apostaba claramente por reintroducir la cuestión de classe en el análisis del gueto, proponía políticas generales —sin distinción de la raza— para los más desfavorecidos en un intento por superar la resistencia blanca a las medidas de discriminación positiva, y recobraba, a su vez, las iniciativas socialdemócratas del New Deal; hasta llegar, finalmente, a George Geoffrey y su Zona Infantil de Harlem, proyecto de recuperación integral del conocido barrio neoyorquino mediante una estrategia conjunta de colaboración público-privada, acorde a los tiempos del Consenso de Washington y la imposición y extensión de las políticas neoliberales de los primeros noventa.
Tras hasta cinco capítulos dedicados a recorrer la historia del gueto según las palabras y las obras de una serie de intelectuales norteamericanos, Duneier finaliza su libro con un más que interesante epílogo donde analiza y concentra la totalidad de lo expuesto hasta el momento y, además, se pronuncia abiertamente sobre lo que considera la última sèrie de políticas puestas en marcha para abordar la cuestión. Aunque inicialmente parecía dudar de ello, el uso del término gueto para destacar la situación de los negros estadounidenses se le aparece a este como una idea «bastante poderosa» (Duneier, 2018: 314). Sin embargo, a consideración de sus habitantes —aunque con algunas excepciones— como miembros neutros, sin tener en cuenta aspectos claves como el género o las limitaciones espaciales del concepto de gueto en sí, hecho que llegó a Wilson, por ejemplo, a proponer mejoras en el transporte como una de las soluciones a la pobreza negra, podrían ser considerades también como limitaciones. Otra de las flaquezas que el sociólogo norteamericano les ve a las políticas sobre el gueto es que estas han sido inspiradas, de forma mayoritaria, por una perspectiva liberal obviando ideas más radicales, o incluso conservadoras, a la hora de realizar una aproximación más adecuada. Por último, Duneier también señala que no todos los guetos son iguales y que, normalmente, su reconocida imagen es el resultado de la proyección general de los específicos casos de Chicago y Nueva York, algo que puede haber llevado a escoger soluciones estandarizadas para problemáticas muy concretas y distintas.
El libro de Mitchell Duneier no deja de ser, como referí al principio, una obra oportuna en los momentos actuales que vive la política norteamericana, con un presidente que se presenta, en ocasiones, abiertamente racista3, pero también para otros territorios y países del mundo que cabalgan lo que se ha venido en denominar como «ola populista». La obra consigue mantener el ritmo, sobre todo en los capítulos centrales, aunque también parece dejar ver ciertas contradicciones en algunas de las afirmaciones realizadas por Duneier. Sin embargo, también es posible que este hecho se deba a una traducción que, por momentos, se presenta como farragosa y complicada, como el extracto recogido al principio de la presente obra pretende ilustrar, o como cuando, ya de forma abiertamente errónea, se afirma que «en 1942, en los actuales reinos españoles de Castilla y Aragón, los monarcas españoles Isabel y Fernando decretaron […]» (Duneier, 2018: 20), algo que, entiendo, podría ser achacado a la editorial al cargo, Capitán Swing. No quiero terminar sin dejar aquí recogida mi discrepancia con un Duneier que señala a Oscar Lewis como un antropólogo marxista. Más allá del hecho de que este sitúe su denominada «cultura de la pobreza» dentro de la consideración de una vida social por definición conflictiva, no creo que Lewis pueda ser considerado un marxista. Sus aportaciones a la antropología, de hecho, resultan mucho más interesantes desde el punto de vista metodológico —de relato— que teórico. Eso sí, esta afirmación de Duneier no quita un ápice de valor al resto del libro.
José A. Mansilla
1 Agradezco al sociólogo hispano-norteamericano Carlos Delclós el haberme puesto sobre la pista de Duneier como un científico social crítico de la Escuela de Chicago y con un punto de explorador, hecho por el que, entre otras cosas, se le conoce en el ambiente académico estadounidense.
2 En Black Metropolis (1993), estos situaban el problema del gueto en sus propias características físicas y sociales. Por su parte, las consideraciones ideológicas sobre el comportamiento de la sociedad norteameri cana blanca caracterizan la obra de Myrnal. Este veía al estadounidense medio «surfeando» temporalment la contradicción entre sus principios democráticos inalienables y la realidad del trato hacía el negro (Duneier, 2018: 99 y ss.).
3 Para más información, véase <https://www.eldiario.es/rastreador/frases-estupidas-DonaldTrump_6_478112190.html>.
Bibliografía
DU BOIS, William Edward Burghardt (1952) «The Guetto and the Warsaw Guetto», Jewish Life, 6 (14).
DUNEIER, Mitchell (2018) Gueto. La invención de un lugar. La historia de una idea, Madrid, Capitán Swing.
MARX, Karl (1992) El Capital, vol. I, Moscú, Ed. Progreso.
SEMO, Ilán (2010) «Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis. La antropología como narrativa y afección», Letras Libres [en línea] <https://www.letraslibres.com/mexico/x-los-hijos-sanchez-oscar-lewisla-antropologia-como-narrativa-y-afeccion>.
WACQUANT, Loïc (2002) Merodeando las calles. La pobreza, la moral y las trampas de la etnografía urbana, Barcelona, Gedisa.
WIRTH, Louis (1927) «The Guetto», The American Journal of Sociology, 33 (1): 57-71.
Publicado en “Gueto. Sociología urbana para un dilema norteamericano”. Ankulegi 22, 2018, 117-121