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La historia llegó hasta mí como tantas otras historias: por azar. Me la contó un taxista, un hombre encantador que atesora muchas anécdotas sobre Barcelona. Y a él se la había contado de primera mano un amigo que vivía en la casa protagonista de este artículo.
Porque de eso va la historia, de una casa en el barrio de La Clota, en Horta, un distrito de Barcelona rodeado de colinas y alejado del mar.
La vivienda es sencilla: una pequeña planta baja con un huerto y una segunda planta con terraza. Formando parte del edificio se alza una imponente torre coronada por una barandilla.
Por su aspecto podría ser una torre de agua, pero no lo es. Su primer propietario la construyó en 1922 con una única finalidad: servir de mirador para ver el mar.
Un mar situado en la otra punta de la ciudad que algunas personas necesitan respirar aunque sea desde lejos, aunque sea con la mirada, para sentirse vivas, como se respira el aire. Tan simple como eso. O tan importante.
Porque el mar cuando es lejano deja de ser mar y se convierte en una idea de mar, en un horizonte. Quizás en el mismo horizonte donde viven las utopías de las que hablaba Galeano, esas que se alejan conforme tú te acercas, las mismas que sirven para caminar.
Hoy ya no se ve el mar desde su mirador. El paisaje urbano ha cambiado mucho en los casi 100 años que han pasado desde que fue construida. El hombre que la edificó se convirtió en un anciano y después en un recuerdo.
Pero ella sigue ahí. Inalterable a los efectos del tiempo o a las especulaciones inmobiliarias. Recordándonos con su presencia que es bueno tener un horizonte donde jugar cada mañana a resituar deseos.
A pesar de que para ello haya que levantar antes una torre.
Pia Chalamanch, diciembre 2015
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Gracias! :)))) Me habría encantado conocer al hombre que la construyó :))
Realmente realizar una torre para poder ver el mar es pura poesía, como pura poesía es el artículo de Pia Chalamanch que nos describe con destreza y dulzura una obra que hoy en dia seria imposible por el ayuntamiento y sus permisos .