
Entrada del pabellón de Cataluña en la Bienal de Venecia de Arquitectura 2016
Hemos titulado la exposición del pabellón catalán “Aftermath”, palabra que significa consecuencia, a menudo más en el sentido de un hecho traumático que en el sentido positivo. Tampoco nos referimos a un trauma en concreto, más allá de los problemas y cambios que cada obra necesariamente comporta. Aftermath tiene quizás más la connotación temporal de hablar sobre los edificios una vez acabados, abandonados por los arquitectos y entregados a sus usuarios. También tiene la connotación de cambio del sujeto desde el arquitecto creador al usuario que se apropia del espacio, lo recrea y lo hace suyo. A veces este proceso no es un proceso lineal sin dificultades ni contratiempos. Hablamos desde un tiempo de “después de los arquitectos” para dar cuenta que la última evaluación de la calidad de una obra necesariamente viene de sus usuarios. También hablamos de la crisis: las obras seleccionadas se han proyectado, construido o han entrado en funcionamiento durante la crisis económica que sobre todo ha afectado el sector de la construcción y ha mermado la credibilidad de la profesión.

El pabellón en construcción días antes de su inauguración
La selección de edificios para analizar estos temas se ha centrado en usos públicos e intervenciones que han sabido conectar diferentes grupos sociales, barrios, municipios e incluso países. Que han sido respetuosos con su contexto urbano, natural y humano y que además han superado su programa inicial. El pabellón mostrará, en orden de aparición, a la rehabilitación medioambiental del rio Llobregat (Batlle i Roig arquitectos), Hospital transfronterizo de la Cerdanya en Puigcerdà (Brullet, de Luna y Pineda arquitectos), Torre Júlia, viviendas asistidas para la gente mayor (arquitectos Galiana, Pons, y Vidal), Teatro Atlántida de Vic (arquitectos Llinàs, Llobet, Ayesta y Vives), Servicio de Distribución de alimentos de Campclar, Tarragona (NUA arquitectura), aparcamiento Saint Roch de Montpellier (Archikubik) y Can Batlló, centro social (La Col cooperativa de arquitectos y la comunidad de Can Batlló).

Rehabilitación medioambiental del rio Llobregat (Batlle i Roig arquitectos)

Hospital transfronterizo de la Cerdanya en Puigcerdà (Brullet, de Luna y Pineda arquitectos)

Torre Júlia, viviendas asistidas para la gente mayor (arquitectos Galiana, Pons, y Vidal)

Teatro Atlántida de Vic (arquitectos Llinàs, Llobet, Ayesta y Vives)

Servicio de Distribución de alimentos de Campclar, Tarragona (NUA arquitectura)

Aparcamiento Saint Roch de Montpellier (Archikubik)

Can Batlló, centro social (La Col cooperativa de arquitectos y la comunidad de Can Batlló)
Todas estas obras y una cuantas más, dan cuenta de una nueva manera de afrontar el reto de construir: incluyen el espacio público dentro de su programa, facilitan espacios de contacto y vías de comunicación. Son capaces de estructurar al territorio y crear el bien común que difícilmente puede ser apropiado por los intereses individuales. El aparcamiento Saint Roch incluye un paso peatonal en su fachada más larga para comunicar dos barrios desconectados por las vías de TGV y una plaza de uso público en la cubierta con vistas a toda la ciudad; las comunicaciones verticales y horizontales de la Torre Júlia forman parte de la piel del edificio incluyendo al paisaje urbano en los recorridos internos, de la misma manera que lo hace el hospital de la Cerdanya con el paisaje natural de los Pirineos. El Teatro Atlántida se desarrolla alrededor de una calle y tres plazas públicas y el pequeño edificio de SDA de Campclar genera un espacio digno para asistir a los grupos marginados. El complejo de Can Batlló es un paradigma de auto-gestión y auto-construcción del espacio social, donde los usuarios son protagonistas de todo el proceso. Una de las primeras actuaciones y quizás la más visible fue un acto de no-arquitectura, un acto puramente urbano de derribar muros y abrir una calle peatonal entre dos puntas del barrio de la Borda que se ha convertido en la columna vertebral del complejo.

Parte del montaje final
Este tipo de estrategias inclusivas y destinadas para la ciudadanía más allá de los usuarios previstos de los proyectos específicos, sería la respuesta del pabellón catalán al tema de la Bienal que ha planteado la pregunta sobre los problemáticas actuales y estrategias arquitectónicas que mejoran la vida de la gente.
Queremos enseñar estas obras desde el punto de vista de sus usuarios: las filmamos en diferentes momentos con actividades habituales, con gente, vehículos y animales. Con grafitis, mobiliario, pinturas y otras marcas personales para huir de aquel momento inicial que siempre se fotografía y publica: el momento efímero cuando el arquitecto marcha pero el usuario aún no se ha apropiado del espacio y éste queda limpio y perfecto. En el pabellón, una nave de obra que fuera de las Bienales sirve para reparar barcas, construimos un dispositivo basado en vidrios especiales para proyectar sobre ellos. Ha sido una complicación logística quizás, pero proyectar imágenes sobre vidrio nos ha permitido no anular el espacio interior como pasaría en el caso de tela o pantalla. Las películas que proyectamos no son, por tanto, proyecciones perfectas: tienen un aire fantasmagórico provocado por los efectos de los vidrios que exigen movimiento del visitante y lo hacen activo y participativo. A través de su sombra reflejada sobre la superficie, el visitante se convierte en un usuario hipotético del espacio proyectado.
Más que enseñar la arquitectura en sí, nos ha interesado trasmitir la experiencia del espacio construido, quizás una manera más justa para evaluarlo. Aftermath es a su manera también una reflexión sobre cómo enseñar arquitectura, una posible alternativa a las exhibiciones de planos, maquetas y diagramas que apelan más a la profesión que a la ciudadanía o más al conocimiento que al sentimiento.
Comisarios: Jaume Prat, Jelena Prokopljevic, Isaki Lacuesta
Web del Pabellón de Cataluña en La Bienal de Arquietctura de Venecia 2016 : “Aftermath”